Cine Retro: La pequeña tienda de los horrores (1986)

«En uno de los primeros años de una década

 no muy anterior a la nuestra,

la especie humana  tuvo que enfrentarse repentinamente a una mortal amenaza

 que puso en peligro su própia existencia.

Ese aterrador enemigo surgió,

como suele ocurrir,

del más inverosímil de los lugares«.

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Me encanta el cine. De todas las épocas y géneros.

Personalmente, pocas cosas hay comparables a disfrutar de una buena producción, con una historia que te enganche, con un guión de estos que invite a quedarte con sus líneas, personajes interesantes… y si encima, todo ello se disfruta en buena compañía, pues mejor que mejor.

  Pero claro está. Todo hijo de vecino tiene sus preferencias y manías.

  Personalmente, admito que no me llama especialmente la atención los musicales. Sin decir que sean malos ni mucho menos, entiéndeme, pero es un género que tiende a parecerme un poco pesado en ocasiones. Y aún así, me he encontrado con títulos que se encuentran dentro de este tipo de producción cinematográfica que me han encantado y que disfruté enormemente. Sirvan como ejemplo de ello la mítica Grease (1978), u otros títulos más recientes como Moulin Rouge (2001) o Los Miserables (la del 2012). Y también me lo pasé en grande viendo Sweeney Todd de Tim Burton (2007), de la cual me habría encantado tener la posibilidad de ver el musical que se llevó a cabo con la participación del gran Constantino Romero en el papel protagonista, ¡que voz la de este hombre, por Dios!

  Vamos, que para no ser uno de mis géneros favoritos, tiene algunas producciones que me parecen una absoluta maravilla.

  Sin embargo, cuando era pequeño ví un musical distinto, diferente a todos los demás, y con un estilo própio que me llamó poderosamente la atención. ¿Será por su extraña trama?, ¿por sus toques de comedia y terror?, ¿por lo poco común que tienden a ser sus temas dentro de lo considerado como habitual en el género?… sea como sea, me hacía mucha ilusión escribirte sobre esta película.

  Sin más dilación, paso a narrarte su trama.

  Espero que te guste.

“¿Recuerda que hace una semana hubo un eclipse total de sol?”

  Nuestra historia empieza en el suburbio de Skid Row.

  Es un lugar oscuro y lúgubre dónde más que vivir, se sobrevive. La miseria, la basura, y los rostros frustrados de quienes viven ahí llena las calles, mientras sus ansias de prosperar lo suficiente como para poder salir de tal lugar se diluyen en el aire.

  En este desesperanzado lugar se levanta la tienda del señor Mushnik (Vincent Gardenia), una desvencijada floristería dónde hace demasiado tiempo que no entra un cliente ni por casualidad. Lo cierto es que Mushnik no deja de ser otra persona más del barrio que solo trata de tirar adelante como buenamente puede, pero que ya ha llegado a este punto peligroso en que se encuentra tan harto de encajar derrotas que se le terminó avinagrando el carácter. Razón por lo que es bastante arisco y malhumorado, especialmente con sus dos empleados en la floristería. Permíteme que te los presente.

  Para empezar, tenemos a nuestro humilde protagonista, Seymor Krelborn (Rick Moranis). Este triste joven es un personaje que no es precisamente muy heróico que digamos. De hecho, es bastante poca cosilla y no anda muy allá de autoestima que digamos. Bondadoso, amable, trabajador, con un corazón tierno como un pan Bimbo, pero irremediablemente desgraciado. Vamos, que se trata del típico personaje que nada más verlo te dan ganas de darle un abrazo, pero por el que nadie apostaría un duro. Seymour es huerfano y fue adoptado por Mushnik, el cual le permite vivir en el sótano de la tienda.

  El tercer miembro del personal en la floristeria, resulta ser Audrey (Ellen Greene). ¿Recuerdas que en el párrafo anterior hablamos de que Seymour no se lleva precisamente bien con el tipo del espejo?, pues Audrey tampoco es que ande muy boyante que digamos en este sentido. Es una chica dulce y tímida que siempre tiene una palabra amable para todo el mundo, pero tan insegura que adopta un aspecto de “chica bombón” porque crée que de ningún otro modo nadie se fijaría en ella.  

De izquierda a derecha: Seymour, Mushnik, y Audrey.

Para colmo de males, Audrey sale con un mala bestia cuyo único cumplido honesto que se le puede hacer es que tiene una moto de lo más molona, porque en lo demás es un miserable, un maltratador sin corazón  que humilla y golpe a la pobre chica. Me estoy refiriendo a Orin Scrivello (interpretado por nada más y nada menos que Steve Martin), un sujeto que se encuentra demasiado lejos del estereotipo de “chico malo y rebelde”, pues en realidad es un sádico despiadado que se metió a dentista para poder hacer daño a la gente impunemente y de forma profesional (¡una vergüenza para el gremio de dentistas!), con lo cual creo que ya está todo dicho. Encima, resulta que Scrivello es un adicto al gas nervioso, lo cual le proporciona una risa muy característica (me recuerda al Joker de César Romero en la serie Batman de los 60) y un carácter histriónico.

Bueno, pues así pasan los días para estos personajes: Mushnik cabreado como una mona, Seymour lamentando su suerte, y Audrey… bueno… te puedes hacer una idea.

Steve Martin como Orin Scrivello. Si la próxima vez que vaya al dentista me encuentro con esto… ¡salgo corriendo!

 Pero las cosas cambian cuando, repentinamente, Seymour hace un hallazgo increíble: una planta nunca vista anteriormente en nuestro planeta y que aparece en extrañas circunstancias. El protagonista, con el apoyo de Audrey, decide poner a este extraño ejemplar en el escaparate de la tienda con la vaga esperanza de que llame la atención de posibles clientes. Mushnick no lo acaba de ver claro, pero… ¿alguien tiene una idea mejor?, así que esta especie de vegetal indescriptible acaba en el escaparate, ¡y ocurre el milagro!

Los viandantes entran en la tienda, atraídos por lo exotico de la nueva planta, logrando que las ventas de la floristería suban como la espuma y a lo bestia.

 Pero esto es solo el principio. El boca a boca dispara la popularidad de la tienda, atrayendo la atención de los medios: radio, prensa, televisión… ¡todos andan entusiasmados con Seymour y su trabajo con este extraño vegetal! (a la que decide poner el nombre de Audrey II en “amistoso homenaje” a su compañera de trabajo… ejem ejem) y las ofertas le llueven del cielo a nuestro protagonista.

Por si esto fuera poco, la planta empieza a crecer y hacerse más vistosa cada día que pasa, logrando atraer cada vez más la atención (y el dinero) sobre la tienda.

Aunque claro, debe haber algo turbio en todo este asunto, o no tenemos más trama para la película. Y es que para que la planta pueda desarrollarse, Seymour debe administrarle un “abono” muy poco habitual.

Todo tomará un giro aún más siniestro cuando se desvela que Audrey II (con la voz del cantante Levi Stubbs, perteneciente a cierto grupo de estilo Rythm & Blues conocido como The Four Tops) encima tiene la capacidad de poder razonar, hablar, y cantar con un ritmo de lo más pegadizo.

«Vente para acá, muñeco. Que hablaremos de negocios…»

Y por cierto, ¿quienes son estas tres chicas llamadas Crystal (Tichina Arnold), Chiffon (Tisha Campbell), y Ronette (Michelle Weeks), que nos van narrando toda la historia?

En fin, queridas buenas gentes lectoras, si quieres saber como termina esta estrafalaria historia ya sabes lo que te toca: ponerte tus zapatos de baile, aclararte la garganta, y descubrirlo por tus propios medios.

La película del musical de la película

Para conocer el verdadero origen de esta historia debemos remontarnos hasta el año 1960, momento en el que se estrenó la primera película con el nombre de Little Shop of Horrors, la cual no era un musical, sino que se trataba de una monocroma comedia negra de serie B cuya trama era narrada por el personaje del sargento de homicidios Joe Fink (Wally Campo), como si lo ocurrido en la película fuera uno de sus múltiples casos en el peligroso barrio de Skid Row en el que se desarrolla la trama.

Dicha película, de apenas unos 74 minutos de duración, era un claro ejemplo del cine de bajo coste que solía hacerse en aquel momento, con todo lo que ello implica tanto a nivel de humor (básico y con toques de slapstick), personajes estereotipados, y guiones que hoy en día no podrían funcionar de ningún tipo.

Esta película no triunfó como se esperaba en su momento, aunque hay varias razones por lo que resulta interesante comentar su existencia a efectos para este post e incluso para el cine en general.

Cartel de Little Shop of Horrors de 1960. Película que en 1980 mostraría una versión en color.
De izquierda a derecha: Seymour, Mushnik, y Audrey en la película de 1960.

 Para empezar, no solo contaba con un presupuesto realmente bajo que de ningún modo superaba los 35.000 dólares, sino que además se rodó en un tiempo record al llevarse a cabo una inmensa cantidad del mismo en apenas unos pocos días. Además, fue uno de los primeros trabajos destacables de su director Roger Corman, al cual le debemos producciónes como La máscara de la muerte roja (1964), Un extraño entre nosotros (1955), El hombre con rayos x en los ojos (1963), y El cuervo (1963), entre otras muchas.

Para rizar el rizo, esta película fue una de las primeras películas en las que aparecía Jack Nicholson, realizando un papel secundario como Wilbur Force: un extraño hombrecillo de tendencias masoquistas a las que pretende dar rienda a través de la odontología.

En fin, puede que esta producción no fuera el gran pelotazo, pero sin duda sembró una semilla. Tanto es así que, en mayo de 1982, la compañía teatral Workshop of the Players Art foundation (más conocida como WPA Theatre) estrenó el musical rock Little Shop of Horrors, cuyas letras y autoría en general para esta producción del Off-Off Broadway fueron escritas por Howard Elliot Ashman, que también dirigió la obra y posteriormente no solo trabajó en otros musicales como Smile o God Bless You, Mr Rosewater, sino que posteriormente escribiría varias letras para canciones de películas clásicas de Walt Disney muy conocidas, entre las que se encuentran La Sirenita o La Bella y la Bestia.

Uno de los muchos libretos del musical.

Aún con el buen hacer de este señor, lo cierto es que la obra se estrenó sin muchas espectativas en el teatro de la WPA, el cual no es que sea uno de los más especialmente destacados en el mundillo (o al menos así era al momento de empezar a representar esta Little Shop of Horrors). Sin embargo, este musical con varios temas a ritmo de Motown y con varias referencias a estilos musicales muy populares en los años 60, tuvo una más que notable recepción por parte del público y se convirtió en un éxito que le llevaría a estar en cartel durante más de cuatro años en el Orpheum Theatre de Nueva York. En adelante, y con el paso del tiempo, siguió ganando en popularidad (pese a sus críticas divididas por parte de la prensa especializada) hasta el punto en que logró dar el salto a la escena del West End de Londres, estrenándose en gran variedad de idiomas en distitntos teatros de todo el mundo, llegando finalmente a Brodway durante la primera década de los 2000.

Pero esta, es otra historia.

“!!Seymour, ¿de dónde has sacado esta planta rariiiiisima?¡¡”

 Y como de costumbre, ya me he vuelto a liar.

 Volviendo al tema que nos ocupa, la película que hoy quiero presentarte fue estrenada finalmente en diciembre de 1986, siendo muy fiel al musical original en el que se basa. Tanto, que conserva la inmensa mayoría de canciones del musical, como Downtown o Grow for me!, y solo unos pocos temas (como Mushnik and Son) se quedaron fuera.

 Dicha película fue dirigida por Frank Oz, cuyo nombre puede que no suene mucho a bote pronto, pero es el mismo director de otras producciones que seguro te suenan como In & Out (1997), Las mujeres perfectas (2004), Bowfinger (1999), o la mítica Cristal Oscuro (1982) junto al grandioso Jim Henson. Además, nos encontramos que la tarea de escribir el guión para esta Pequeña Tienda de los Horrores cayó sobre los hombros de Howard Ashman (el mismo que el del musical, sí, ese), y el veterano Charles B. Griffith, que también se ocupó del guión para Death Race 2000 (1975), Devil’s Angels (1967), o Beast from Haunted Cave (1960) entre otras.

Frank Oz.

Pero en dónde quiero hacerte especial hincapié, oh buena persona lectora que vives al otro lado de la pantalla, es en el reparto. La verdad que en este sentido es fácil llevarse varias sorpresas durante el visionado de esta película.

Para empezar, en el papel de Audrey tuvieron el acierto de elegir a la actriz Ellene Greene, que también llevó a cabo el mismo papel para los musicales de West End en Londres y Off Broadway en 1982 y 1983 respectivamente. Tengo que admitir que no soy muy entendido en cuanto a musicales, y que antes de empezar el proceso de documentación para este blog no estaba al corriente de este dato, pero lo cierto es que siempre me ha sorprendido como esta actriz pasa de un registro vocal a otro. Por supuesto, al hablar de un musical hay que tener en cuenta que escuchamos dos doblajes en la misma producción debido al hecho de que se conserva la voz original para las canciones, mientras que se añade una voz en castellano para las partes de guión fuera de los números musicales, por lo que en esta ocasión no me refiero al doblaje en castellano (pese a que la actriz de doblaje Gloria Roig hace un muy buen trabajo en las partes que no son cantadas), sino en el doblaje original y los temas cantados. Podemos ver como este personaje adopta un tono de voz débil, agudo y susurrante, muy acorde a su carácter tímido y de baja autoestima, lo cual incluso se nota al cantar temas como Somwhere that’s green. Pero de repente, en ciertas secuencias, como el número musical de Sudenly Seymour muestra un chorro de voz potente, que parece salir del alma, triunfante, y que sorprende. Hace un trabajo superior.

Y aunque no llegó a impactarme con tanta intensidad como Ellen, también me llamó la atención como un jovencísimo Rick Moranis, el mismo que vimos en la franquicia Cariño, he encogido a los niños e interpretando al hilarante villano Casco Oscuro en La loca historia de las galaxias, lleva a cabo los momentos musicales de su personaje. De este modo, vemos como en todo momento logra una actuación que le va que ni pintada al interpretar al asustadizo y triste Seymour, para acto seguido ponerse a cantar y demostrar que es capaz de llevar a cabo este desafío (si alguna vez lo has intentado, sabrás a que me refiero… ¡es más difícil de lo que parece!).

Pero para sorpresas, la que nos da el cómico Steve Martin. Verlo interpretar al sádico Orin Scrivello, con este estilo exagerado tan característico de su personaje, es una gozada, dándole así este aire de macarra despreciable al personaje, con un constante tóno cómico que claramente le sale de forma muy natural y que le sienta como un guante. Pero cuando lleva a cabo su número musical I’m a dentist, verle cantar y bailar con esta chulería tan extrema que termina siendo puramente paródica, me parece una maravilla.

Aunque personalmente, con el que disfruto más de toda la película y creo que se lleva la palma, es con Levi Stubbs cuando interpreta los fragmentos musicales propios al personaje de la malévola planta Audrey II, tales como Feed me o Mean Green Mother from Outher Space. Esta voz experta, rasgada, que tan fácilmente domina su registro de voz y le sienta como anillo al dedo a este personaje, de verdad que me parece todo un acierto por parte del equipo de casting. Eso aparte de que el actor de doblaje Miguel Ángel Jenner se luce en las partes de guión de este personaje.

Y para muestra un botón. A continuación te dejo una breve muestra del amplio repertorio de voz que tiene este actor de doblaje para que te deleites con sus trabajos. Seguro que reconoces muchos de ellos.

  Actuaciones de doblaje realizadas por Miguel Ángel Jenner.

Que pasen a saludar las estrellas invitadas

  Con todo lo dicho, queda claro el genial trabajo musical que se ha llevado a cabo con esta película. No solamente por el reparto de los personajes principales y su habilidad para el canto, sino también por la letra de los distintos temas musicales y el apartado melódico de los mismos, pero sobre todo me parece una verdadera maravilla que cada personaje tenga su propio estilo y ritmo con sus temas musicales. Por lo que la parte más importante de esta producción resulta ser más que notable.

Sin embargo, debemos tener en cuenta que esta película ha sido incluida varias veces dentro del cine de terror. No porque introduzca al espectador en situaciones que pongan a prueba su valor o su temple al mostrar escenas enervantes, sino por la madurez y crudeza de ciertas escenas que pueden ser difíciles de ver por el público más sensible pese a que la mayoría ocurren fuera de cámara o de una forma más bien humorística, como situaciones de muerte y violencia que se deja entrever.

Y así, llegamos a otro de los puntos fuertes de esta producción: su retorcido pero efectivo sentido del humor. De modo que como ocurre en otras producciones como los Gremlins o Los Cazafantasmas, nos encontramos una historia de ciencia-ficción que aúna los conceptos de terror y comedia en una sola historia, permitiendo que los momentos más escabrosos formen parte natural del show. Lo cual se consigue, en gran parte, gracias a las divertidas apariciones de actores cómicos muy conocidos que, pese a aparecer brevemente en esta película y en papeles muy pequeños, logran llevar a cabo escenas únicas que luego recordarás con una sonrisa.

Steve Martin con Bill Murray.

  Entre estas estrellas del humor propias de los ochenta y noventa que participan en La Tienda de los Horrores, encontramos, por ejemplo, a John Candy como el disparatado locutor de radio Wilk Wilkensen (me parto con este personaje), al legendario James Belushi como el comercial que hace la oferta a Seymour casi al final de la película, o (agarraos fuerte) al conocido actor Bill Murray interpretando al personaje de Arthur Denton, el paciente masoquista que disfruta con la experiencia de visitar al dentista en clara referencia al papel que Jack Nicholson realizó en la película original de 1960. Y aunque el trabajo de Bill Murray en esta película haga que entre el público se quede más de un ceño fruncido, lo cierto es que su secuencia no deja de ser hilarante y el actor logra hacerse con el papel a las mil maravillas.

  Conclusionando.

  Esta película puede que no sea muy conocida y que no destacara especialmente en el momento de su estreno. Pero, ¿que puedo decirte?, las canciones están muy bien representadas por un reparto muy bien seleccionado, el ritmo de cada trabajo musical es muy interesante, las secuencias cómicas me parecen tronchantes, las actuaciones correctas, y me encanta que además contenga pequeños fragmentos de terror y romance introducidos de forma muy ágil en el gran todo que forma esta película. Además, el trabajo de los artistas invitados cuadra a las mil maravillas con el universo general de la película, y aunque los efectos especiales de Audrey II pueden parecer un tanto mediocres comparados con las avanzadas técnicas de CGI actuales, personalmente adoro este trabajo artesanal en que el elemento fantástico de la historia se encuentra físicamente en escena para que los actores puedan interactuar con ello. Vamos, que los años quizás ya le pesan demasiado a esta producción, pero me sigue pareciendo sumamente divertida y lo he pasado en grande al volver a verla mientras me documentaba para prepararte este post.

John Candy como Wilk. ¡Me parto con esta escena y la expresión de Rick Moranis al ver sus payasadas!

  De modo que si no la conocías de antes, queda recomendada. Y si ya la disfrutaste en su momento, vale la pena dedicarle un revisionado. Pues se trata de una de estas producciones puramente ochenteras tan simpáticas que es agradable de volver a ver si la encuentras por casualidad y que te soluciona perfectamente una tarde lluviosa de domingo.

  Aunque te aviso de una cosa: no me hago responsable si se te queda grabada una de sus canciones y te pasas un par de días tarareando alguna.

  Como curiosidad añadida, el final que estaba previsto en los primeros borradores del guión tuvo muy mala recepción en los pases de prueba, por lo que se terminó rodando otro totalmente distinto, y que terminó llegando al montaje final que conoció el gran público. Pero ojo, que al igual que Soy Leyenda y Terminator 2, que pasaron por procesos similares en cuanto a su conclusión, el final alternativo de esta Pequeña tienda de los Horrores es fácil de encontrar en las redes. Por lo que si tienes curiosidad al respecto, y ya has visto la película, ya sabes.

   Pero, ¿qué me cuentas tu al respecto?, ¿conocías esta película?, ¿que te pareció?, ¿cual de los dos finales prefieres? Como siempre, ya sabes que me encanta leer tus impresiones al respecto, y que puedes dejar en la caja de comentarios.

Y hasta aquí llega este post.

  Como recomendación de la semana, quiero presentarte nuevamente una de estas iniciativas que tanto me gustan y que se sirven de los videojuegos como medio para hacer un gran bien a quienes más lo necesitan. Me estoy refiriendo a Fundación Juegoterapia, cuya finalidad me parece más que admirable. La idea salió en 2010, cuando a su fundadora Mónica Esteban se le ocurrió darle una PlayStation a un niño ingresado por un tratamiento de quimioterapia. En un ambiente tan atemorizante como este, echar unas partidas cambió el modo en que este joven aventurero vivió su experiencia. Desde entonces, el proyecto Juegoterapia se dedican a recoger consolas y videojuegos para donarlos a los hospitales, además de recaudar donativos de socios, y voluntariado, para crear jardines, áreas de juegos, y hasta cines para que los niños con cáncer. Te dejo el link directo con todas sus actividades, proyectos, información, y modos en que se puede colaborar con su gran labor.

www.juegaterapia.org/

 De nuevo, quiero recordarte que tú eres la otra mitad de este blog, y sin ti no existiría Tallopis-escribe. ¡Gracias por estar ahí!

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  Y ya me despido de ti hasta el próximo domingo 5 de setiembre. No sin antes recordarte que ya está disponible en formato digital mi libro LOS OTROS TÚ: Relatos de ciencia-ficción y terror en otros universos.

 Espero que te guste.

 Hasta entonces, te deseo feliz semana. Cuídate mucho y pásalo bien.

No podía faltar el merchandising de la película, como los funkos. Imagino que el juguete «Carnibola» de MB también estará basado en esta película. ¡¡Espero que tengáis una muy feliz semana y hasta el próximo domingo!!

Comments

  1. Será de esas pocas películas musicales que nos hagan tilín, lo mismo es por ese toque ochentero tan característico de este tipo de películas.
    ¡Nos has dejado a cuadros con la versión de los 60! Ya tenemos tarea para buscar y visionar en alguna tarde.
    Cada día te superas más en tus escritos, compañero!!!
    Nos leemos en el siguiente post.
    Un abrazote!!!

    1. ¡¡Hola Presstartcook :D!!
      Desde luego coincido completamente contigo. Mira que los musicales no me suelen llamar la atención, ni hacer tilín, ni ningún otro sonido que indique entusiasmo, pero de vez en cuando salen unas producciones del género que me cierran la boca pero bien. Y esta es una de las más destacadas.
      Como bien dices, será por este toque tan ochentero que comentas, que incluye este sentido del humor tan suyo, las intervenciones de tantas estrellas del Saturday Night Live, o el modo en que está hecha la planta (de verdad que me encantan estos trabajos artesanales en que la parte fantástica se encuentra «ahí realmente»… lo admiro mucho), pero me encanta.
      Y la película original de los 60… uuuuuf… ¿qué puedo decirte amigo?, la vi para documentarme para el post y se me hizo un poco cuesta arriba pese a ser bastante breve *^_^*. Sobre gustos no hay nada escrito y todo es muy respetable, pero yo no la recomiendo *^_^*.
      Muchísimas gracias por tu visita, me encanta verte por aquí y leerte.
      ¡¡Eres grande!!
      Un abrazo bien grande, y ten cuidado la próxima vez que estés cocinando verduras.

Tus comentarios son más que bienvenidos.