Juguetes retro: Tragabolas

  ¿Quién no tiene un recuerdo especial de las fechas navideñas en la infancia?

  Tanto da que a tu casa fuera Papá Noel, los Reyes Magos, el Olentzeiro, el Caga Tió, o que ya supieras la verdad… eso era lo de menos. El momento de encontrarte con un regalito o dos con tu nombre, esperando a ser abiertos, siempre lleva implícita una magia especial.

  Especialmente aquellos que tenemos hermanos o hermanas, y el regalo era un juguete que se pudiera compartir y jugar todos juntos, algo que pasaba sobre todo con los juegos de mesa, como el que aparece promocionado en este mítico anuncio.

  Así es apreciados lectores, lectoras, y buenas gentes en general.

  El Tragabolas fue uno de estos juguetes que llegaron a tener un gran éxito, y raro era quién sin tenerlo, no conocía a alguien que si lo tuviera, ya fuera un primo, un amigo del cole, o incluso un vecino con el que compartir este entrañable juguete.

  La premisa principal del juego era que cada uno de los participantes manejaba uno de los cuatro hipopótamos que se encontraban fijos alrededor del tablero de juego… ¡¡y que tenían nombres!! Sí, sí, puede que muchos de vosotros lo recordarais o ya estuvierais al corriente de este dato, pero lo cierto es que estos cuatro simpáticos animalitos que manejábamos en este juego de mesa tenían nombres propios. De este modo teníamos a Comilón de color azul (o de color naranja), Tragón con el amarillo, Glotón con el rosa, y finalmente tenemos a Zampón con el color verde. Aparte de que hay versiones del juego con el tablero rojo o bien de color azul. Pero como la versión que yo llegué a conocer más de cerca fue la del tablero rojo, me voy a centrar más bien en este.

  Pues bien, una vez se había sorteado que hipopótamo tenía cada uno de los jugadores que participaban en la partida, y que podían ser de dos a cuatro, se ponían todas las esferas de color blanco que acompañaban al juego, se soltaban en medio del tablero, y empezaba el juego.

  Mediante una palanca que tenían todos los hipopótamos en su parte posterior, se conseguía que estos estiraran su cuello con la boca abierta, y al llegar al máximo de su capacidad, la boca se cerraba automáticamente atrapando una o dos de estas canicas, de modo que al soltar la palanca, el cuello del animal que manejábamos se acortaba de nuevo, arrastrando las canicas capturadas hasta el foso de nuestro marcador. De modo que la idea era que cuando veías que pasaba una o varias de estas bolitas blancas frente a tu hipopótamo, apretaras la palanca para capturarlas y que los demás jugadores trataran de hacer lo mismo para apretar la mayor cantidad posible hasta que no quedaba ninguna en el tablero. Quien tuviera más de estas bolitas, cada una de las cuales valía un punto, era declarado ganador.

  O al menos esta era la teoría, porque seamos sinceros, lo que hacíamos la inmensa mayoría de nosotros en nuestra infancia al jugar este juego, era apretar tan rápido como fuera posible la palanca, llegando al extremo que a veces se escapaba de la boca de nuestro hipopótamo alguna esfera que aún conservaba en la boca y que no habíamos dado tiempo para que se acortara de nuevo el cuello del animal, arrastrando así los puntos capturados para que llegaran a nuestro marcador. De modo que terminaba siendo mayoritariamente un juego de azar, en que ganaba quien tuviera la suerte de que pasaran mayor cantidad de estas bolitas blancas frente a su hipopótamo en el momento justo que este alargara el cuello con la boca abierta.

  Todo ello entremedio de risas, carcajadas, y un estruendo impresionante que hacía el dichoso juego al activarse las palancas. Pero tanto nos daba que se escaparan los puntos ya capturados, que el juego hiciera un ruido ensordecedor, o que jugáramos sin estrategia ninguna, dando sonoros manotazos a la palanca. Una vez terminada la partida y comprobar quien había logrado mayor cantidad de puntos, siendo declarado vencedor, rápidamente se ponían de nuevo en medio del tablero todas las bolas y se empezaba a jugar de nuevo.

  Aquello era la felicidad. Y quien disfrutó de este juguete bien lo sabe. Ganar o perder te duraba unos segundos, porque las risas que soltábamos todos activando la palanca de nuestro hipopótamo de plástico tan rápido como pudiéramos, era todo cuanto nos interesaba. Y lo pasábamos en grande.

  De hecho, este juego sigue siendo popular (aunque no tanto) en nuestros días y sigue siendo un juguete que se puede encontrar en jugueterías y tiendas especializadas de todo tipo.

  ¿Quién se lo iba a decir a Hasbro?

  Si, si, lo has leído bien. Este juguete era propiedad de Hasbro, aunque muchos de nosotros recordemos que sus cajas y anuncios lo presentaban como un producto MB. Permitidme que os lo explique.

  La compañía juguetera Hasbro fue quien sacó originalmente este juego de mesa a la venta en el año 1966 en Estados Unidos bajo el nombre de Hungry Hungry Hipos, pero no sería hasta el año 1978 en que sería comercializado fuera de sus fronteras. Aunque en España no llegó hasta al menos en 1984, año en que Hasbro compró la Milton Bradley Company (la famosa “MB” que veíamos nosotros en los anuncios), aprovechando que la incursión en el mercado del videojuego por parte de Milton Bradley Company con sus consolas de cartuchos Microvision y Vectrex, se vio gravemente afectada por la crisis de la industria del videojuego de 1983, ocasionando graves pérdidas a la compañía. De modo que Hasbro aprovechó la circunstancia para comprar MB por unos 370 millones de dólares aproximadamente para convertirla en una de sus filiales, a través de la cual comercializó (entre otros muchos como el juguete que nos llegó con el nombre de Cocodrilo Sacamuelas) su Hungry Hungry Hipos, que nosotros conocimos con el nombre de Tragabolas.

  De este modo es como llegó a nuestro país este juguete que tantas alegrías y buenos momentos nos ha dado.

  Y hasta aquí llega este post.

  Como recomendación de esta semana, os presento el juego gratuito para Android Horrorfield, en el cual se enfrentan cinco jugadores, en un equipo de cuatro supervivientes que intentan escapar de un recinto cerrado compitiendo contra un quinto jugador que hace el papel de villano e intenta atrapar a los demás. De este modo, los supervivientes deberán activar al menos cinco generadores para reestablecer la electricidad en el recinto donde se encuentran, y así conseguir la energía necesaria para abrir las puertas de salida y escapar, mientras que el jugador que ejerce de villano trata de herirlos para poder capturarlos antes de que logren escapar, siendo este el vencedor de la partida si logra atraparlos a todos. Entre los diferentes personajes que pueden elegir los jugadores en el papel de superviviente se encuentran un ingeniero que repara los generadores a gran velocidad, una doctora con mucha habilidad de medicina para ayudar a los heridos, una ladrona que puede abrir las jaulas de los compañeros capturados con gran eficacia, entre otros más que pueden ser desbloqueados, así como pasar de nivel para aumentar sus estadísticas, aprender a crear objetos útiles en la partida u otras habilidades extras propias de cada personaje, y mucho más. Creado por Skytec Games y con constantes actualizaciones, este juego ofrece la opción de comprar puntos y objetos extra para obtener ventaja, esta no es necesaria para avanzar en el juego, por lo que uno puede desbloquear todo con el propio esfuerzo jugando.

  Ya solo me queda recordaros que acostumbro a publicar nuevo contenido todos los domingos, por lo que si nada lo impide, volveremos a vernos el próximo día 21 de este mes.

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  Cúidate mucho y pásalo bien.

  Ánimo y éxito.

Comments

  1. ¡Buenos días, compañero! La de horas que le habremos echado a este carismático juego de mesa.
    Eso sí, creo que no conocemos a nadie que conserve todas las bolas, que con tanto trajín durante la partida, no era raro que estas saliesen desperdigadas cual Bola de Dragón tras pedir los deseos 🤣🤣.
    También este ha sido uno de los juegos más «pirateado»de la historia, pues hay multitud de versiones cambiando los hipopótamos por otros animalicos al uso.
    Muy buena entrada para rememorar buenos recuerdos añejos.
    Un gran saludo y abrazos.
    ¡Nos leemos!

    1. ¡¡Hola Presstartcook!!, ¿que tal todo? que maravilla veros por aquí y leer vuestro comentario 😀
      Jajajajaja, a mi me pasaba lo mismo y tampoco conocí a nadie que conservara todas las bolas de este juego durante mucho tiempo, porque lo cierto es que por regla general tendíamos a ser un poco brutos al jugarlo XDXD. De modo que a la mínima se escapaban (muy buena la comparación con las «Bolas de Dragón» y muy acertada XDXD), ocultándose para siempre bajo algún mueble o Dios sabe dónde, por lo que no éramos pocos quienes terminábamos cambiando las esferas desaparecidas por canicas u otros sucedáneos XD.
      No he tenido ocasión de investigar en profundidad los diversos «pirateos» de este juego, pero lo cierto es que este tema en general también debe tener su miga. Me suena que existen algunos que cambian a los hipopótamos por ranas y tortugas, pero a la mínima que se rasque la superficie, vete a saber cuanta variedad de bichos terminaría saliendo XD.
      Me alegra que te gustara la entrada. La verdad es que este juego de mesa se convirtió en un clásico por ser un juguete muy popular en aquellos tiempos. Un abrazo bien grande 😀

    1. ¡¡Holaaaa!!, ¿qué tal te va?, encantado de saludarte 😀
      Ciertamente, el «Tragabolas» fue un juego que tuvo un gran éxito de ventas y que muchos disfrutamos de pequeño. Me hace mucha ilusión cuando escribo un artículo y recibo comentarios como el tuyo, diciéndome que disfrutasteis de aquello que aparece en los posts que redacto. Creo que en aquellos tiempos era más fácil que todos tuviéramos algo en común ¿Lo jugabas con un amigo, hermanos, primos?
      Gracias por tu simpático comentario y por decir que te gusta el artículo.
      Un abrazo bien grande 😀

  2. Mítico donde los haya para quienes crecimos en los 80. Yo lo conocí gracias al que tenía un vecino algo más mayor que yo, que me lo regaló cuando se mudó junto con otro montón de cosas y aunque no tenía a nadie en casa salvo a mi madre para jugarlo pues alguna que otra partida con los amigos sí cayó pero, como me ha sucedido con casi todo lo de aquella época, con el tiempo me quedé sin él…

    Un gran artículo repleto de muy buenos recuerdos. Saludos.

    1. ¡¡Hola Emilio!!, ¿qué tal te va todo? 😀
      Vaya, siento mucho que con el tiempo lo perdieras. Pero por otro lado… ¡¡que bueno el tener este vecino que te lo regalara y que pudieras disfrutar de este juguete tanto con tu madre, así como todas estas partidas que dices que cayeron con algunos amigos. Todos estos momentos vividos son experiencias, son alegrías, son oro, y haberlos disfrutado es una gran suerte si sabemos recordarlos con cariño, de modo que nos sigan dibujando una sonrisa aún a día de hoy.
      Gracias. Muchas gracias de corazón por compartir este recuerdo tan bello. Pero sobre todo, gracias por indicar que este post te ha traído tan buenos recuerdos. Me alegro de verdad que fuera así, y que mi humilde trabajo te sirviera para sacarte una sonrisa. De verdad que me encanta y me hace mucha ilusión cuando me decís estas cosas. Solo por esto, este post ya ha valido la pena.
      Un abrazo bien grande compa 😀

  3. Dios, juegazo mítico, que me provoco tardes de merienda con el típico bocadillo de novilla, de los piques con amigos y primos que tuve, inolvidable que nostalgia, genial post, un saludo 😁

    1. ¡¡Hola honorat79!! :D, ¿qué tal te va todo?
      Madre mía, que de recuerdos y que ilusión tu comentario. Si jugar al «Tragabolas» ya era mítico, hacerlo comiendo un bocata de «Nocilla» ya es dinamita, vamos, triunfo absoluto. Y es que mira que estaba buena, ya fuera jugando con esto o viendo los dibujos animados. Me encanta cuando me contáis estas historias, y me imagino lo feliz y lo bien que lo debías pasar con tus amigos y tus primos. Si este post ha servido para sacarte una sonrisa, ya ha servido para algo.
      A ver cuando puedo pasarme por tu blog. ¿Tienes algo nuevo?
      Un abrazo bien grande 😀

      1. Holaa compañero…pues si, me has sacado una sonrisa, y nostalgia, que época aquella, que bien vivíamos, rodeados de familiares que por desgracia algunos ya no estan, tengo un gran recuerdo de este juego 😁

        Pues si, mañana publicare nuevo post, gracias por preguntar y pasarte por mi blog, un abrazo igualmente 😆

        1. Siempre queda el recuerdo de estas personas y estos momentos. Y esto, no nos lo puede quitar nadie. Esto nos permite rememorar estos momentos felices y estas personas especiales siempre que queramos con una sonrisa.
          Ánimo y éxito con tu genial bitácora compa 😀

  4. Ese no recuerdo si lo tuve yo o fue en casa de un amigo, pero si recuerdo la de horas que me pasé jugando durante los veranos, que era cuando nos juntábamos varios amigos alrededor de un juego de mesa (Imperio Cobra, Stratego, Quien es quien y muchos mas) o en este caso el tragabolas para pasar las mañanas del verano de una manera mas amena ya que no como hoy en día existen escuelas de verano o campus, en aquellos años quedábamos con los abuelos mientras nuestros padres iban a trabajar, Ay!! que tiempos aquellos.

    1. ¡¡Hola locomosxca!!, ¿qué tal todo por la bitácora «unmundoderetrojuegos.com«? Me alegro mucho de ver tu comentario 😀
      Desde luego aquellos eran tiempos, no se sí mejores o peores, pero definitivamente muy diferentes. Vivíamos los veranos de otro modo, y todo el que podía se iba «al pueblo» con los tíos, los abuelos, o quien fuera. Y si encima era con varios amigos alrededor de uno de estos muchos juegos tan fabulosos que nos nombras, pues mejor que mejor. Nunca jugué al Imperio Cobra, aunque siempre tuve mucha curiosidad al respecto, pero con el Quien es Quien si tengo muy buenos recuerdos.
      Gracias por tu simpático comentario, siempre eres más que bien recibido por aquí.
      Un abrazo bien grande 😀

  5. Tuve ese exacto modelo, lo recibí como regalo de navidad cuando niño. Pero en estos lados tuve la versión «americana». Se llamaba Hungry Hippo! Que tiempos aquellos, como le daba a esas palancas X-D

    1. ¡¡Holaaaaaaaaa!!, ¿qué tal todo?, me alegro de verte por aquí. Tengo que decirte que me lo paso en grande con estas historias de H.P.Lovecraft que publicas en tu blog «guevonadas.com«. Son tremendas. Gracias por publicarlas.
      No he podido evitar reírme con tu comentario, pues la verdad es que yo también les daba unos buenos mamporrazos a las palancas de este juego, causando que muchas de estas bolas se escaparan al no dar tiempo que el mecanismo del cuello se replegara, además de causar el tremendo estruendo del juego. Solo por curiosidad, ¿en la versión americana el tablero no era azul?
      Un abrazo bien grande compa 😀

  6. Holaaa!!

    Menudos recuerdos! Tenía este juego de pequeña y me ha hecho mucha gracia lo de que seamos sinceros, que nadie esperaba a que la bola pasase por el cuello e íbamos tan rápido que a veces se salían y todo. 100% real jajajaja.

    Me ha dado nostalgia aunque tengo que decir que fue de esos juegos que gustaban más en el anuncio que en la realidad y que dejé ir sin mucho ruido tras jugar a él pocas veces.

    Un abrazo!

    1. ¡¡Hola Stiby T!!, ¿que tal todo por tu blog «nosoyadicaaloslibros.blogspot.com«?, me alegra mucho recibir tu simpático comentario 😀
      Desde luego parece que este juego a formado parte de muchas infancias jajaja :D. Y el modo en que lo jugábamos era muy auténtico, sobre todo por esto que me comentas, que muchas veces no dábamos tiempo al cuello del hipopótamo para que volviera a su posición inicial y cobrar el punto capturado, y que todo era una ansia loca por darle a la palanca repetidamente. Ese momento en que te das cuenta de que se te acaba de escapar una bolita por ir demasiado rápido, pero aún así seguías entre risas, era impactante.
      Bueno, esas cosas ya se sabe. Los anuncios siempre tratan de hacer el producto lo más atractivo posible y para influenciar al posible comprador, y en el caso de los anuncios de juguetes, más aún por que supongo que en nuestra inocencia propia de la edad nos dejábamos llevar con más facilidad. De modo que luego era fácil que nos cansáramos del juguete en cuestión o que este no resultara ser lo que nos pensábamos.
      Aún con esto, me hace mucha ilusión saber que te ha entrado una bonita nostalgia al leer el artículo, y si encima he logrado sacarte una sonrisa, ya ha merecido la pena escribir el post. Este tipo de comentarios son los que animan a seguir con el blog 🙂
      Un abrazo 😀

  7. Que recuerdos, a todo esto cuantas eran las bolas?, no sé si los primeros fueron del 84 pero si era de esa fecha el mío fue de los primeros, recuerdo esa navidad en la que mis padres se pudieron a jugar (con pasta) con mis tíos y yo no pude jugar hasta el día siguiente jajajaja, salvo alguna partida de consolación. Luego recuerdo que a mi padre cada vez que nos poníamos mis hermanos y yo a darle a la palanca, nos decía que dejáramos de jugar que hacíamos mucho ruido, igual si hubiéramos jugado algunos duros no hubiera dicho nada. El caso es que me suena que pudieran ser 20 las bolas, pero otros dicen que 24 ni idea. De hecho he visto alguno que dice que le faltan bolas y trae 20 cosas raras.

    1. ¡¡Hola Juan, bienhallado y encantado de leer tu comentario :D!

      Y que lo digas… ¡menudos recuerdos con este juguete en el que al final terminaban jugando grandes y pequeños! :D. Si tuviste el <> de 1984, seguramente tendrías el del soporte rojo y que venía con 20 bolas. Aunque también era muy típico que cuando se perdía una, se terminara sustituyendo por una canica o algo parecido XDXD. Y que buena esta anécdota de que tus padres y tíos jugaron cuando te lo trajeron por navidad… ¡menos mal que te dejaron jugar alguna partida!
      Y lo del ruido con las quejas de los padres era mítico, pero ¿y lo bien que lo pasamos machacando las palancas para que el hipopótamo cogiera la mayor cantidad de bolas posibles? Desde luego fue un juguete que marcó una generación :D.
      Mil gracias por tu comentario y un abrazo bien grande 🙂

      1. Pues es cierto, pero recuerdo que a nosotros no nos faltaban bolas, es más en los sobre sorpresa, que podías comprar en churrerías del barrio, donde te podían entrar soldaditos de plástico verde, o jeep para armar, o cualquier otra cosa, nos entraron bolas que eran exactas a las del tragabolas, unas blancas y otras marrones, el caso es que jugábamos con todas, pero claro tantas eran, que a veces cuando le dabas a la palanca salían las bolas de dentro a modo de vómito, lo cual podía hacerte perder la partida. Era muy graciosa la cara que ponía el vomitador de «Noooo» cuando en vez de comer una bola veía que soltaba 3. La pena es que mi madre debió o regalarlo o tirarlo, jamás sabremos qué pasó con él, una pena porque era muy divertido la verdad, y lo del soporte no sé bien a qué te refieres, pero creo que todo era rojo salvo los hipopótamos cada uno de un color y las palancas negras de salida de las bolas. Una pena, porque es uno de los juguetes de los que guardo un recuerdo especial y se perdió.

        1. ¡¡Hola Juan :D!!
          Bienhallado chavalote, y encantado de leer tu comentario 😀
          Con esto que me comentas de los sobres que vendían en las churrerías me has traído a la memoria un buen montón de recuerdos relacionados con estos pequeños juguetes que venían en dichos sobres y de otros parecidos, como el clásico soldadito paracaidista o los juegos de agua Geyper.
          No me acordaba de que a veces también entraban bolitas de regalo muy parecidas a las del Tragabolas, y me ha encantado esta experiencia que compartes de como a veces las bolitas salían del hipopótamo cuando el depósito estaba lleno jajajaja :D. La verdad que entiendo perfectamente esta sensación de lamentarse cuando accionabas la palanca y en lugar de sumar más puntos perdías alguna de las bolitas ya acumuladas, pues fue algo que nos pasó más de una vez debido a que pusimos más de estas esferas sobre el tablero aparte de las que ya venían con el juego.
          Y si, lo has entendido a la perfección. Al comentar lo del soporte rojo me refería precisamente a lo que comentas del tablero de juego.
          Es una lástima cuando uno se acuerda de todos estos juguetes que se perdieron por el camino, pero también queda el buen recuerdo de haberlos disfrutado y eso no tiene precio.
          ¡Un abrazo bien grande!

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