Cine Retro: «Cariño, he encogido a los niños»

  ¡Saludos, oh buena persona lectora que vives en el universo al otro lado de la pantalla!

  Antes de entrar en materia, me encantaría proponerte un pequeño ejercicio de memoria.

  Veamos… ¿recuerdas cual fue la primera película que viste en el cine?

  Date tu tiempo. No hay prisa ninguna.

  Respira hondo y trata de recordar. ¿Con quien fuiste? ¿como viviste la experiencia? ¿Tienes alguna anécdota al respecto? ¿Compraste o te compraron algo para picar o beber durante la producción? ¿En qué cine fue?

¿Ya la tienes? ¡Genial! Date un tiempo para disfrutar el recuerdo. Las sensaciones que viviste, que impacto te causó esta película. Déjate llevar por la memoria antes de seguir leyendo. No te preocupes, que ya me espero. Disfruta del recuerdo.

¿Ya estás de vuelta? ¡Bien!. Como siempre, ya sabes que me encanta leerte y que me gustaría mucho conocer tu recuerdo al respecto gracias a la caja de comentarios del blog, aunque también me lo puedes explicar a través de mi cuenta de Twitter o Instagram. Por lo que si quieres compartir esta primera película en el cine, ya sabes que te leo atentamente.

En mi caso lo tengo muy claro. Se trata de Fievel y el Nuevo Mundo, que posiblemente conozcas como An American Tail, El Sueñito Americano, o Un Cuento Americano según desde dónde me estés leyendo. Esta película fue dirigida por Don Bluth, quien además también participó en películas como En busca del valle encantado, Anastasia, Todos los perros van al cielo, o Robin Hood (la de Walt Disney), eso además de ser escritor, animador, y formar parte del equipo que desarrolló videojuegos como Space Ace y Dragon’s Lair en 1983.

Y como de costumbre, ya me estoy liando.

 Fievel y el nuevo mundo se estrenó en Estados Unidos en 1986, por lo que este que te escribe apenas tendría 6 o 7 añitos cuando fui a verla en el cine acompañado de mis padres. Si conoces la película, ya sabrás que tiene varios pasajes bastante dramáticos (más si uno la ve siendo niño), por lo que admito que en algunas escenas lloré como una magdalena, pero al mismo tiempo me pareció una experiencia increíble debido al color, el sonido, sostener la entrada, comprar unas chuches para picar, y el silencio que ocupaba la sala mientras todos los espectadores acudían para dejarse llevar por la historia. Aparte que el ver una película animada en una pantalla de estas dimensiones ya me parecía lo máximo de lo máximo. Entre esta primera experiencia, que en mi familia somos todos muy cinéfilos, y añadiendo la costumbre que teníamos de ir al videoclub Borrás todos los viernes (cuando este todavía estaba en Es Passeig de Sant Nicolau), no es de extrañar que servidor terminara sintiendo tanta afición por el cine. De modo que durante los meses siguientes, no fue poca la matraca que llegué a dar a mis padres con tal de que me llevaran de nuevo al cine para disfrutar de una nueva producción en la pantalla grande, y a lo largo de mi vida tengo varios recuerdos relacionados con varios títulos que disfruté en uno de estos establecimientos como parte de sucesos que me dejaron grandes recuerdos, como cuando fui a ver E.T. El Extraterrestre (pese a que se estrenó antes que Fievel y el Nuevo Mundo), ver Aladdin con mi hermana, o Titánic con mi primera ex-novia cuando era adolescente (jo… no ha llovido ni nada desde entonces… que tiempos aquellos en que aún no peinaba canas).

La película que hoy vengo a presentarte, es una de estas primeras producciones que vi en el cine y me marcaron especialmente. No solamente por ser de las primeras que vi en compañía de otros amigos del colegio, sino por lo mucho que disfruté de la película en sí en su momento. De echo, uno de mis colegas me comentó antes de entrar que aquella era la segunda vez que iba a verla, lo cual me llevó a pensar que la película sería muy molona… y no me equivoqué.

Nuevamente, te animo a que te pongas bien cómodo, te sirvas una bebida bien agradable a tu elección, y te prepares a cruzar el portal dimensional que ya he abierto para ti en forma de post. Pero sobre todo, espero que lleves varias provisiones encima y algún arma por si acaso, como una aguja, un palillo, o un clip con una goma de pollo a modo de arco, pues al más puro estilo de Viaje alucinante (1966) o El increíble hombre menguante (1957), esta producción que hoy vengo a presentarte nos muestra los peligros que podría presentar nuestro entorno habitual si nos viéramos encogidos hasta medir solamente 5 milímetros o menos.

¿Te imaginas vivir una aventura similar? ¿que ocurriría si tal cosa te ocurriera de repente en el lugar desde dónde me estás leyendo ahora mismo?

Pues ya mismo te invito a que me acompañes a imaginarlo a través del siguiente post dedicado a la película Cariño, he encongido a los niños/Honey, I shrunked the kids.

Sin más que añadir, espero que te guste el post.

Que grande se ve este Playmobil, oye…

Nuestra historia empieza con Wayne Szalinski (Rick Moranis), un entregado inventor con problemas matrimoniales que pasa las horas (y los días) trabajando en el desván mientras pone todas sus esperanzas en su último invento: una complicada máquina capaz de reducir drásticamente el tamaño y peso de todo tipo de objetos para agrandarlos nuevamente después a voluntad. ¿Puedes imaginar la magnitud que implica la construcción de semejante artilugio? Se podrían transportar fácilmente todo tipo de mercancías en grandes cantidades, las mudanzas serían de lo más sencillas, los problemas de aparcamiento serían parte del pasado y se podrían llevar alimentos, medicinas, garrafas de agua, u otros objetos de primera necesidad a dónde fuera menester. ¡Se trata de un invento totalmente revolucionario!

Solo por curiosidad, ¿no podríamos encoger los precios con el cacharrete ese?

O lo sería si funcionara como es debido, pues hasta el momento, dicho artefacto lo único que hace es sobrecalentar los objetos hasta hacerlos explotar. Como diría el propio Szalinski, “al menos he descubierto una forma original de hacer mermelada de manzana”.

Y así transcurre la vida del desafortunado inventor, que al menos ha logrado crear una serie de inventos menores con que llenar su casa (como un dispensador automático de comida para perros), y facilitar, más o menos, la vida de sus dos hijos: la adolescente Amy (Amy O’Neill), y el pequeño Nick (Robert Oliveri), que parece haber heredado el mismo interés científico que su padre e incluso a llegado a crear una cortadora de césped dirigida por control remoto.

Sin embargo, la familia Szalinski tiene otro “problema” con el que lidiar: Sus vecinos, y en concreto los Thompson, que viven en la casa de al lado y la mayoría de los cuales ven a la familia del inventor como “bichos raros”. Especialmente el patriarca, Russel Thompson Sr (interpretado por Matt Frewer y que en este papel me recuerda mucho a Murdock de la serie El Equipo A), quien se trata de un sujeto más bien superficial y malhumorado, que solo piensa en ver deportes, ir a pescar, beber cerveza, y que todavía presume de haber sido capitán del equipo de fútbol cuando era joven. Eso por no hablar de su obsesión porque sus hijos sean dos “machotes” a su imagen y semejanza: el adolescente Russ Jr (Thomas Wilson Brown), que pasa un poco de todo, y el joven Ron (Jared Rushton), quien si parece querer seguir los pasos de su progenitor.

De izquierda a derecha: Amy, Ron, Nick, y Russ. Parecen cansadillos…

Pero todo cambia el día en que el inventor sale de su desván para ir a dar una conferencia y el joven Ron Thompson se dedica a jugar al baseball, con tan mala suerte que de un golpe manda la bola por los aires, rompiendo la ventana del desván de los Szalinksi, activando la máquina reductora, e interfiriéndose en uno de los lásers que hacen funcionar la máquina, reduciendo así el calor que transfiere a sus objetivos, y provocando accidentalmente que esta funcione correctamente.

Al ver el desastre que ha causado su hermano pequeño Ron, el hijo mayor de los Thompson, Russ, obliga a su hermano menor a ir hasta la casa de sus vecinos para disculparse (y de paso recuperar la pelota). Pero cuando los chicos suben al desván, se encuentran cara a cara con la máquina encogedora apuntando hacía ellos y disparando un rayo que los reduce al tamaño de un insecto.

Bueno, puede parecer todo un problema, pero basta con que esperen a que el señor Szalinski vuelva de su conferencia y les lance un rayo que deshaga los efectos, ¿no?. Desgraciadamente, la conferencia resulta ser un fracaso, y el decepcionado inventor vuelve a casa solo para pagar su frustración a golpes con la máquina y barrer los restos, sin darse cuenta de que con ello acaba metiendo a sus propios hijos a la basura junto con los niños Thompson de la casa de al lado. Tras ello, e ignorando lo que está ocurriendo en realidad, Szalinski lleva la basura al otro lado del jardín, dejando allí a los chicos, que tratarán de hacer lo posible por regresar a casa con la esperanza de que puedan devolverles a su tamaño original. Sin embargo, al ser tan pequeños, el jardín parece más bien una jungla enorme, llena de peligros, aterradores insectos, y obstáculos de todo tipo, por lo que los cuatro chicos deberán hacer equipo para lograr sobrevivir.

Y hasta aquí te voy a contar. Si quieres saber que clase de aventuras deberán afrontar Amy, Nick, Russ, y Ron, así como las amenazas que deberán afrontar, y como termina todo esto, me temo que no te queda otra opción que ver la película y descubrirlo por tus propios medios. Porque yo no te lo voy a contar.

Los orígenes de algo muy grande

 Estrenada en Estados Unidos en junio de 1989, esta película de aventuras arranca con una secuencia animada de lo más original que ya deja bien claro que esta es una producción destinada a todos los públicos.

Sin embargo, la idea de esta película fue muy anterior, ya que está inspirada en algunas películas de Serie B que tan populares eran en las décadas de los cincuenta y los sesenta como El ataque de la mujer de 50 pies (1958), Ataque diabólico/Attack of the Puppet People (también de 1958), o El ataque de los cangrejos gigantes (1957). Incluso podría escribirte que parte de la inspiración para esta película se basa en cierta tira cómica creada por el dibujante William Donahey para el periódico Chicago Tribune en 1914. Me estoy refiriendo a The Teenie Weenies, que apareció en el mencionado periódico durante más de cuatro décadas, aparte de que este fue uno de los primeros títulos que se barajó para la película. Sin embargo, este nombre fue descartado para barajar otras opciones como The Big Backyard o Grounded (recuerda bien este nombre porque para más adelante te reservo una sorpresa relacionada con este título), hasta que finalmente se quedó con el nombre con que actualmente la conocemos: Honey, I shrunked the kids (Cariño, he encogido a los niños), el cual es también una de las frases más emblemáticas de esta película.

Imagen de «The Teenie Weenies».
Mira por dónde, un hotel low-cost de la marca Lego.

Sin embargo, y aunque cueste de creerlo debido a que es una película Disney destinada a toda la familia, esta producción fue en cierto modo posible gracias a películas de terror como Re-Animator (1985), Re-Sonator/From Beyond (1986), y Dolls: La casa de los muñecos diabólicos de 1987 (no te aconsejo que las veas comiendo… especialmente las dos primeras). Ya que la idea original para Cariño, he encogido a los niños surgió de la mente del director de estas tres películas de miedo que acabo de nombrarte, ni más ni menos que Stuart Gordon, quien escribió los primeros borradores para Cariño, he encogido a los niños junto a Brian Yozuna, con quien ya había trabajado antes. Por casualidades de la vida, resulta que la compañía del ratón más famoso del mundo, estaba interesada en llevar a cabo un proyecto similar desde hacía un tiempo, por lo que vieron la idea presentada por Yozuna y Gordon con buenos ojos. Además, a la escritura del guión se terminaron sumando Tom Schulman (que trabajó en El club de los poetas muertos en 1989) y Ed Naha (que participó en la ya mencionada Dolls de 1987 y Troll de 1986), los cuales aportaron varios cambios a los primeros borradores, empezando por cancelar la escena en que uno de los cuatro chicos protagonistas moría durante la película (lo cual no aporta nada por sí mismo a la historia y no tiene mucho sentido en una película Disney de aventuras).

Desgraciadamente, resultó que Stuart Gordon no pudo hacerse cargo también de la dirección, tal y como él mismo deseaba, pues se puso enfermo antes de empezar el rodaje. Al final, esa responsabilidad recayó sobre Joe Johnston, marcando así su debut como director tras su participación en la película Willow como productor.

Menuda excursión se van a dar…

Y así, gracias al trabajo de todos estos profesionales, fue que en enero de 1988 pudo empezar el rodaje de esta película (que terminó en julio del mismo año), la cual contaba con un presupuesto de 18 millones de dólares y que terminaría recaudando más de 220 millones, convirtiéndose así en una de las películas más rentables de Disney hasta la fecha.

De echo, la película tuvo tal repercusión que se llegaron a estrenar dos secuelas: Cariño, he agrandado al niño (1992) y Cariño nos hemos encogido a nosotros mismos (1997), las cuales no tuvieron tan buena acogida como su predecesora, la verdad sea dicha. Pero por si esto te pareciera poco, la película que hoy vengo a presentarte fue la el punto de partida para un show de TV que tuvo tres temporadas, varias atracciones en los parques Disneyland de Tokio, California y Paris (aunque actualmente ya no están en activo), he incluso inspirar un interesante videojuego de rol/supervivencia para PC y X-Box que vio la luz en julio del 2020 y que fue llamado Grounded (uno de los títulos descartados para Cariño, he encogido a los niños de los que te hablaba antes).

Construyendo un pequeño gran mundo

  Si bien los roles de los cuatro niños protagonistas, el papel de Russ Thompson Sr, así como el de las madres: la decidida Diane Szalinski (Marcia Strassman) y la bondadosa Mae Thompson (Kristine Sutherland), no supusieron un gran problema para el equipo de casting, el encontrar al actor adecuado para el inventor Wayne Szalinski ya fue un poco más peliagudo.

En un principio, este rol se había escrito pensando en Chevy Chase (Tres Amigos de 1986, Vacaciones en 1983 y 2015, y Las Vacaciones Europeas de 1985 por citar algunas de sus películas), lo cierto es que este actor declinó el proyecto para dedicarse a otras producciones. Por lo que se contactó con la segunda opción para el papel, el famoso cómico John Candy, el cual también rechazó la oferta pero sugirió que se le ofreciera el papel a Rick Moranis (ya que ambos hicieron una buena amistad tras trabajar juntos en La Loca Historia de las Galaxias), por lo que este no solo terminó tomando el papel, sino que también se convirtió en el presentador del making of oficial de Cariño, he encogido a los niños (el cual puedes encontrar en YouTube en inglés).

Sin embargo, lo que representó un verdadero desafío para el equipo de la película, fue la realización de los efectos especiales. Si te soy sincero, debo confesarte que esta ha sido la parte de la documentación que mas he disfrutado para poder traerte este escrito, pues toda la producción esta plagada de estos efectos y montajes artesanales e ingeniosos que tanto me gustan.

Pero me estoy adelantando a los acontecimientos.

Una vez terminado el guión definitivo de la película, se llevó a cabo un guión gráfico/storyboard que sirviera para estudiar los planos de cámara que querían introducir en la película así como analizar las escenas que necesitaran de dichos efectos especiales, los cuales incluyen una buena cantidad de trucos de cámara, animatrónicos, montajes impresionantes en los diversos sets, miniaturas para planos secuencias en stop-motion, y BlueScreens. Además, dicho storyboard fue realizado por Martin A.Kline, Phill Norwood, y el animador David Lowery, quien también realizó el guión gráfico de Willow (1988), Nuestros maravillosos aliados (1987), Pesadilla en Elm Street 5: El niño de los sueños (1989), y Drácula de Bram Stoker de 1992 (aunque en esta producción no fue acreditado como tal), entre otras producciones.

¿Están cayendo bombas sobre nuestros protagonistas? No, solo se ha conectado el aspersor.

Para ello, el equipo de storyboard mantuvo largas reuniones para llevar a cabo lo que más

adelante serían los planos de cada escena y los efectos especiales, de lo cual se encargó el equipo de Thomas G Smith (que también estaba presente en las reuniones del equipo de storyboard) de la prestigiosa empresa de efectos especiales Industrial Light and Magic.

  Para empezar, permite que te escriba acerca de uno de los elementos mas impresionantes y emotivos de esta producción: las escenas en que interviene el personaje de la hormiga Hormi, la cual requirió de varias técnicas para tomar vida en la gran pantalla. De este modo, nos encontramos con que la secuencia en que aparece por primera vez, esta en realidad es un muñeco articulado a pequeña escala y animado por la técnica del stop-motion, igual que ocurre en la secuencia de la lucha contra el escorpión gigante, la cual fue creada por el veterano Phil Tippet (que no aparece en los créditos), y del que ya tuve el placer de escribirte en el post de Jurassic Park.

Hormi se prepara para salir a escena.
Pssst, ¡eh joven! ¿Galletas de estas las hacéis por encargo?
Una como esta, pero de chocolate, si no es mucho pedir.

Por otro lado, cuando vemos que algunos de los cuatro chicos protagonistas cabalgan sobre Hormi, lo que estamos viendo es un complejo animatrónico de tamaño real que precisaba entre 7 y 12 técnicos para darle movimiento. Por otra parte, cuando los personajes de Ron y Nick tratan de domarla como si estuvieran en un rodeo, se utilizó un modelo distinto de igual tamaño que incorporaba un sistema muy similar al que usan las atracciones de toros mecánicos (ya sabes, esas en que te subes encima y debes aguantar el mayor tiempo posible sin caerte).

«Siete caballos vienen de Bonaaaanzaaaaaa»
«Yeeee-haaaa!!!!!»

Algo parecido ocurrió con la escena en que Russ y Nick vuelan sobre una abeja, para lo cual se construyeron varios modelos. El más impresionante de ellos consistía en un animatrónico de tamaño real que permitiera a los actores subirse encima, mientras que con unos grandes ventiladores (situados fuera de plano), se lograba el efecto de que a los actores se les moviera el pelo y la ropa (truco que también se pone en práctica cuando el temible cortacesped entra en escena). Todo esto fue combinado con las imágenes que vemos de fondo, proyectadas sobre bluescreen, y que fueron grabadas por operadores que corrían por el set de exteriores del jardín, cámara en mano. Pero ojo, porque en esta misma secuencia del vuelo sobre la abeja, hay varios planos en los que se cambió totalmente de técnica, de modo que lo que en realidad estamos viendo, es otro modelo de la abeja en menor tamaño y dirigido por control remoto al que se le añadieron varios muñecos modelados a semejanza de los actores para dar el efecto que vemos en pantalla. La verdad que descubrir esto me impresionó mucho, porque en la película es difícil darse cuenta del truco.

Otra secuencia que tiene una cierta complejidad y que requirió una suma de diferentes técnicas, es cuando los chavales son arrastrados por una escoba. Ojo con esta, porque llegaron a montar un set gigantesco que representaba el suelo y que estaba provisto de un gigantesco mecanismo que representaba la escoba abalanzándose sobre los actores. Lo cual fue combinado con otro efecto en que los actores se agarraban a cerdas a tamaño real construidas a partir de un material poroso trenzado, al mismo tiempo que se les colocaron arneses de seguridad (como los que se usan en los rocódromos de escalada), para que un grupo de especialistas pudiera tirar de ellos y dar la sensación de que salen disparados por los aires.

Por si todo esto te parece poco, las piezas de tornillería y otros elementos con los que los chicos son arrojados a la basura son recreaciones a tamaño real. De echo, para filmar esta parte de la película, estos objetos eran arrojados desde una gran altura al mismo tiempo que los dobles para escenas peligrosas saltaban sobre una enorme colchoneta situada fuera de plano para dar la impresión de que los actores son arrojados de la pala a la bolsa de basura.

Cuesta de ver por la calidad de la foto, pero lo que aparece por la derecha, es la escoba que luego vemos en la película.

Y no te lo pierdas, porque el momento en que Nick cae dentro del tazón de desayuno, lo que estamos viendo en realidad es una especie de piscina llena hasta arriba de agua teñida de blanco para simular la leche, junto a un montón de cereales de grandes dimensiones, redondeados (como los Cheerios o los Fruit Loops), y creados artificialmente.

Igualmente curioso fue el método que utilizaron para simular que el personaje de Moranis sale despedido de su invento para buscar a los chicos entre el césped, después de dar varias vueltas, y aterrizar sobre una piscina. Para ello, el que da vueltas sobre esta especie de hamaca suspendida en el aire es realmente Moranis, sin truco ninguno. Pero para recrear el efecto de salir volando, uno de los especialistas se balanceó con fuerza sobre un balancín situado fuera de cámara, para darse impulso en el momento adecuado, y saltar sobre una colchoneta al mismo tiempo que era tirado con fuerza de una cuerda sujeta a un arnés, lanzándose sobre él un chorro de agua disperso en varias direcciones que diera el efecto de caerse de golpe sobre una piscina.

¿Puedes ver algo difuminado en la ventana? Pues se trata del doble de Rick Moranis en pleno vuelo.

Para terminar, es digno de remarcar como el equipo de diseño de producción de Greg Fonseca, tuvo que montar más de 40 sets distintos, incluyendo el bosque de césped, o las casas de estilo victoriano que vemos en la película, y que suelen ser típicas de los vecindarios residenciales en ciertas partes de California (aunque en realidad el rodaje de exteriores fue realizado en Churubusco, Ciudad de México).

Pero claro está, no solo de efectos especiales vive una película. Y en este caso en particular, podemos ver como el guión y el buen trabajo de todo el reparto contribuye enormemente a recrear una cinta de lo más divertida, llena de aventura, comedia, y llena de peligrosos imprevistos, al mismo tiempo que hay lugar para ciertos momentos de tensión, emoción, una pizca de romance adolescente, y que incluso nos sorprende al mostrarnos el lado más humano de varios personajes, mostrándonos su evolución personal a medida que avanza la trama.

«¡¡Corred, que viene el bicho!!»

Conclusionando: No puedo evitar sentir un cariño especial por esta cinta, no solo por los recuerdos que me trae al ser una de las primeras películas que he visto en el cine, sino por lo bien que lo he pasado viéndola de nuevo para traerte este post. Evidentemente no es un películón de contenido profundo que nos conmueva con sesudas reflexiones, sino que más bien es una película sin mayor propósito que hacernos pasar un buen rato, y que pese a ser apta para toda la familia no comete el error de resultar demasiado azucarada. Con un ritmo ágil y dinámico, deja espacio para que todos sus elementos argumentales se presenten en el momento justo para que disfrutemos tanto de sus geniales efectos como su entretenida historia. Y aunque el pasar de los años pueda hacer que los más jóvenes le encuentren un poco de polvo, lo cierto es que sigue siendo de lo más entretenida.

Y hasta aquí llega el post.

Pero, ¿qué me cuentas tu al respecto? ¿conocías esta película? ¿qué te pareció? Como siempre, ya sabes que me encanta leer tus impresiones sobre el viaje que acabamos de realizar y que la caja de comentarios está a tu disposición.

Manejando a Hormi.

  Como recomendación de la semana, quiero hablarte nuevamente una de estas iniciativas que tanto me gustan y que se sirven de los videojuegos como medio para hacer un gran bien a quienes más lo necesitan. Me estoy refiriendo a Fundación Juegoterapia, cuya finalidad me parece más que admirable. La idea salió en 2010, cuando a su fundadora Mónica Esteban se le ocurrió darle una PlayStation a un niño ingresado por un tratamiento de quimioterapia. En un ambiente tan atemorizante como este, echar unas partidas cambió el modo en que este joven aventurero vivió su experiencia. Desde entonces, el proyecto Juegoterapia se dedican a recoger consolas y videojuegos para donarlos a los hospitales, además de recaudar donativos de socios, y voluntariado, para crear jardines, áreas de juegos, y hasta cines para que los niños con cáncer. Te dejo el link directo con todas sus actividades, proyectos, información, y modos en que se puede colaborar con su gran labor.

www.juegaterapia.org/

De nuevo, quiero recordarte que tú eres la otra mitad de este blog, y sin ti no existiría Tallopis-escribe. ¡Gracias por estar ahí!

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Y ya me despido de ti hasta el próximo domingo 13 de marzo. No sin antes recordarte que ya está disponible en formato digital mi libro LOS OTROS TÚ: Relatos de ciencia-ficción y terror en otros universos, el cual también se encuentra disponible en Kindle.

 Espero que te guste.

 Hasta entonces, te deseo feliz semana. Cuídate mucho y pásalo bien.

  Salud, ánimo, y éxito.

«Oye Szalinski, ¿seguro que disparando este cacharro a las buenas gentes lectoras tendrán una muy feliz semana? Bueno, pues nada, dele al botón». ¡¡Hasta la próxima!! 😀

Comments

  1. Joder, aquí si que te lo has currao. Le has echado un buen trabajo de investigación a esto, mis dies.

    Esta peli la vi mil veces de chico, y me encantaba. Echo de menos este tipo de películas inocentes, para toda la familia.

    La primera película que recuerdo haber visto en el cine fue La Sirenita. 😂

    1. ¡¡Bienhallado amigo Empepinao86!! 😀
      Que alegría leer tu comentario y muchas gracias por este «dies» que me haces llegar *^_^*. Si te soy sincero, esta es una de estas películas que he visto un montón de veces, pero el descubrir sus entresijos y modos de llevar a cabo las escenas, me ha dejado con la boca abierta. El uso de estos animatrónicos, efectos ochenteros, y uso de muñequitos en stop motion a la antigua usanza, me han parecido una verdadera maravilla. Lástima que el making of se vea con tan mala calidad de imagen, pero de verdad que lo he gozado a lo bestia durante el proceso de documentación para esta peli.
      ¿Sabes? En verdad considero que cada época (incluso la actual) tiene sus joyas en lo que se refiere a entretenimiento, pero como bien dices, estas películas tan cercanas y tan familiares tenían algo de especial. ¿Será que la nostalgia nos afecta más de lo que pensamos? ¿Que algo se ha perdido o cambiado demasiado por el camino?, ni idea, pero lo bien que lo pasábamos con estas producciones siempre quedará ahí, y esto es la verdadera magia de estas producciones. O dicho de otro modo «que nos quiten lo bailao'» :D.
      Ojo, que La Sirenita puede parecer una película con posibilidad de ser infravalorada en la actualidad, pero es una de las mejores espadas de Disney y una producción novedosa en su momento (amén de la cantidad de easter eggs que esconde). De modo que me parece una película genial para ser la primera experiencia de alguien en el cine, aparte que es una de estas producciones que cuando investigas un poco al respecto, tiene detalles que te dejan con la boca abierta. Por mi parte, siempre recordaré cuando fui al cine con mi hermana para ver Aladdin (la buena)… ¡salí flipando del cine!
      Me ha encantado leer tu comentario. Eres un grande.
      Un abrazo bien grande chavalote 😀

  2. ¡Y que buenos recuerdos vuelves a desbloquearnos querido amigo! Y es que esta es una de esas películas que veríamos mil y una veces en nuestra niñez, tanto a la hora de dejarnos las pesetillas en el videoclub donde éramos asiduos o en cintas vírgenes (siempre fieles a TDK) para grabar esta (y algunas de sus secuelas) cuando las emitían por la tele y poder verlas varias veces.
    Lo de Hormi ya es otra historia aparte y nos hizo ver las hormigas de otra forma, aunque no se nos pasó por la cabeza llegar a tener alguna como montura algún día y cantar eso de los 7 caballos de Bonanza como pones a pie de foto xD.
    Una de esas cintas que recordamos con cariño por todas las buenas tardes que nos hizo pasar aún sabiendo lo que iba a pasar a cada rato por rallar tanto las cintas (bueno, al ser copias ni tan mal, eso sí, no pirateéis) .
    Ah¿ Y si te decimos que la primera película que vimos en el cine fue Demolition Man? Sí, como lo lees, con 6 añitos y fuimos a verla con nuestro padre, que es muy fan de Sylvester y como no quería ir solo pues el niño con él al cine, eso sí, con el acuerdo de no decir ni una palabrota de las que escuchásemos durante la película, que luego en casa se podía mascar la tragedia.
    Ver una peli de ese ti`po, que aunque no entendimos mucho de la trama por la edad nos deja el recuerdo de ir por primera vez a un cine, acompañados de nuestro padre y compartir un buen tanque de palomitas, chuches y refrescos para pasar una buena tarde. Con el paso del tiempo y siempre que podemos volvemos a visualizarla, teniendo un momento de «««««cine familiar en casa cuando nos juntamos (amén de las pelis de `Bud Spencer).
    Lo dicho, no sabemos como lo haces pero eres mejor que los logros de las consolas al desbloquearnos tan gratos recuerdos con cada nuevo post.
    Nos leemos en 15 días, amigo!!!
    Un fuerte abrazo.

    1. ¡¡Bienhallado querido Presstartcook!! 😀
      Que ilusión leer tu mensaje amigo, y más con las bellas palabras que me dedicas *^_^*. Pero sobre todo, por compartir tan buenos recuerdos.
      Además, debo decir que me pasó exactamente lo mismo que comentas sobre ver una película miles de veces, ya sea alquilándola de nuevo (con un sonoro y risueño «¿otra vez?» por parte de mi padre) o bien grabándola en cinta de vídeo (piratear es mal). Pero de verdad que este tipo de películas tenían una magia especial que se dejaba ver en cada nuevo visionado. Solo que en mi caso recuerdo que fue con «La máscara» de Jim Carrey, «Robin Hood: Príncipe de los ladrones» (grande el señor Rickman haciendo de villano), y «¿Quien engañó a Roger Rabbit?», de la cual creo que ya me se los diálogos de memória XDXD.
      Vale que cabalgar sobre una hormiga mientras uno va cantando aquello de «siete caballos que vienen de Bonanza» a lo Chiquito de la Calzada, es más bien poco ortodoxo XDXDXD, pero teniendo en cuenta que son capaces de levantar cincuenta veces su peso, serían geniales para llevar un carro o bien sustituir los camiones. ¡¡Mas ecológico imposible!! En lugar de gasolina, le das dos o tres bolsas de kilo de azúcar cada tantos kilómetros, y a seguir el viaje XDXD. Bromas aparte, el descubrir el modo en que se dio vida a tan entrañable personaje de esta película me ha sorprendido: animatrónicos de tamaño real, modelos mas pequeños en stop-motion, adaptar un toro mecánico de feria… desde luego, el mundo de los efectos especiales a la antigua usanza, me fascina más a cada post.
      Ojo ahí con la mítica película de «Demolition Man», y esa promesa de no repetir las palabrotas de la película en casa. No vaya a ser que en lugar de una multa de un crédito por lenguaje inapropiado, lo que cayera fuera un zapatillazo de madre XDXD. Yo siempre he querido descubrir dónde aprenden este ancestral arte marcial nuestras señoras madres, porque es de un dominio digno del mismísimo Bruce Lee. Vamos, que si el mítico guerrero de «Operación Dragón» se hubiera enfrentado a una madre con una zapatilla, tengo mis dudas sobre quien gana XDXD.
      Admito que toda época tiene sus joyas en lo que a entretenimiento y cultura se refiere, pero desde luego, y como bien dices, pasar una tarde de cine familiar con alguno de estos míticos títulos que tanto disfrutamos antaño, rodeado de nuestros seres queridos, es una experiencia que siempre le acompaña a uno y le hace sonreír. Esto, amigo mío, es lo más parecido a la magia que he experimentado en nuestro universo.
      Dicho esto, y alabando como merece al señor Bud Spencer, solo me queda enviarte un gran abrazo y darte las gracias por tan genial comentario.
      ¡Nos leemos :D!

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