Cine: Hellboy (2004)

Comics.

  Un arte sin igual que, al menos personalmente, me ha ofrecido grandes momentos con los que soñar y reír con extraordinarios universos de ficción.

  Buena prueba de ello es la de veces que em este blog ya he tenido el placer de hablaros sobre algunos de mis favoritos, como por ejemplo los grandes del cómic patrio (con permiso del genial personaje de Blacksad) Mortadelo y Filemón, cuyo tema da para tanto que apenas pude tocar lo básico sobre el mundo de estos disparatados agentes secretos. También comenté en su momento las películas basadas en las divertidísimas aventuras de Astérix el galo, cuyos primeros cómics he leído no pocas veces junto con los de Tintin.

  Por otro lado, también hemos visto algún que otro manga como el hilarante Dr.Slump. Y aquellos de vosotros que me seguís en las redes sociales sabéis de sobra que no escondo para nada mi admiración por el trabajo de Eiichirō Oda en mi queridísima One Piece, así como otros títulos de distintos autores como Evangelion, Death Note, One Punch Man, Attack on Titan, y demás.

  Por lo que igual va siendo hora de que le dedique un post al cómic norteamericano.

  Entre algunos de mis preferidos se encuentran el gran Alan Moore (genial su trabajo en obras como V de Vendetta, Batman: La broma asesina, o el mítico Watchmen entre otros), Steve Ditko (a quien le debemos personajes como Killjoy o mi querido Dr.Strange), y los salvajes trabajos de Garth Ennis, al que le debemos el cómic en que se basa la genial serie The Boys (me quedé de piedra con el cómic y recién he terminado de ver la increíble segunda temporada del show), y otros trabajes igual de irreverentes y brutales como Bloody Mary, Predicador, y Crossed (no lo leáis comiendo).

  Pero si hay uno que personalmente quiero destacar, este es sin duda Mike Mignola. No he leído todo lo que hay sobre este hombre, pero creo que ando bastante cerca, porque lo cierto es que admiro este señor. Me encanta el tipo de historia que nos ofrece con este toque tan Lovecraftiano, lo mucho que se documenta este hombre para crear sus historias, y el toque místico-oscuro de acción que pone a todas sus obras como Sir Edward Grey, B.P.R.D. (que aquí se conoció como A.I.D.P.), las historias en solitario del personaje Abe Sapiens, Baltimore, e incluso la levemente cómica Cabeza-de-Tornillo.

  Pero sin lugar a dudas, su obra más conocida por todos es el famoso Hellboy, cuya primera aparición en una aventura fue durante el mes de agosto de 1993 en el comic recopilatorio San Diego Comic Con número 2, creado con el fin de promocionar dicho evento. Aunque realmente ya vimos un aspecto preliminar del personaje que hoy conocemos en mayo del mismo año, apareciendo en la portada del número 4 de la revista italiana Dime Press.

  Y como de costumbre, me estoy liando.

  La cosa es que la fama de este personaje del cómic llego a tal punto, son tantos los fans que existen sobre este carismático y atípico Hellboy, que no es de extrañar que se terminara proponiendo una película basada en una de sus aventuras, una de las primeras de hecho: Semilla de destrucción. Y precisamente de esta producción cinematográfica es de la que te vengo a hablar en este post. Sin más dilación, permite que te describa su trama.

  Todo empieza en el año 1944, en plena Segunda Guerra Mundial.

  Un grupo de soldados británicos realiza una incursión nocturna de alto secreto en cierta pequeña isla escocesa. Entre ellos se encuentra el profesor Trevor Bruttenholm (John Hurt), asesor privado de Churchill en cuestiones de ciencia paranormal y parapsicología. Pese a la incredulidad de los militares que le acompañan, Bruttenholm tiene sobrados motivos para creer que el ejército de Hitler prepara algo realmente turbio en este apartado paraje.

  Y no se equivoca, pues en unas viejas ruinas de una siniestra abadía, se encuentran con un acontecimiento temible.

  Apoyado por el sicario no muerto Karl Ruprecht Kroenen (Ladislav Brenan), protegido por un batallón entero de soldados nazis, y con una complicada tecnología financiada por el ejército alemán, se encuentra nada más y nada menos que el ocultista ruso Grigori Yefímovich Rasputín (Karel Roden), el cual no solo se encuentra vivito y coleando de forma incomprensible, sino que además ha creado una diabólica maquinaria con la finalidad de abrir un portal a una demoníaca dimensión paralela en la que se encuentran retenidos los Ogdru Jahad, los siete dioses del caos descritos en el oscuro libro Des Vermis Mysteries. El plan del siniestro brujo es traerlos a nuestro mundo para usarlos como arma militar y decantar la balanza a favor del Eje durante la guerra.

  Afortunadamente, Bruttenholm y los soldados británicos que le acompañan intervienen a tiempo para evitar que el plan de Rasputín se lleve a cabo, siendo este absorbido por la fuerza del portal interdimensional que logra abrir durante unos pocos segundos antes de que su plan fuera frustrado. Sin embargo, en este breve lapso de tiempo, algo consigue entrar en nuestro universo: un niño, casi un bebé, pero no uno cualquiera, pues su cuerpo está cubierto de extrañas marcas sobre su piel roja, unos pequeños cuernos asoman en su cabecita de mandíbula prominente, además de tener una larga cola de color rojo y una mano derecha hecha totalmente de piedra.

  Bruttenholm decide adoptarlo y cuidarlo como si fuera su propio hijo de naturaleza humana, mientras que los hombres de la misión le ponen nombre esta misma noche: Hellboy.

  Temeroso de que Rasputín pueda volver algún día, y sabiendo perfectamente las amenazas que surgen de la oscuridad, Bruttenholm decide fundar la A.I.D.P. o Agencia de Investigación y Defensa Paranormal para estudiar todos los sucesos inexplicables de la naturaleza, y plantar cara a aquellas que puedan suponer un peligro. Para lo cual cuenta con la ayuda de su propio hijo Hellboy (Ron Perlman), el cual posé una fuerza y resistencia sobrehumanas además de ser completamente ignífugo, de un humano telépata con características marinas al que conocen como Abe Sapiens (Doug Jones), y del inexperto pero bondadoso agente John Myers (Rupert Evans).

  Años después, un extraño ser demoníaco irrumpe sin previo aviso en una antigua biblioteca-museo de Nueva York, como preludio de un mal mucho mayor que amenaza con desatarse sobre toda la humanidad.

  Y demasiado os he explicado ya. Si quieres saber cómo se desarrollan los acontecimientos y nunca la has visto, ya sabes lo que te toca.

  Estrenada en 2004, esta película fue dirigida nada más y nada menos que por el destacado cineasta mexicano Guillermo del Toro, al cual le debemos producciones como El espinazo del diablo, El laberinto del Fauno, Mimic, Blade II, Pacific Rim, La forma del agua, y muchas otras. El cual logra plantar su sello personal, tan propio de todas sus películas, en esta producción, incluyendo la elección de Ron Perlman, que aparte de la inmensa mayoría de los títulos de dicho de Del Toro, también podemos ver en La ciudad de los niños perdidos, Desperation (del libro de Sthephen King), y en la magistral El nombre de la Rosa.

  En esta película se nos muestra un universo oscuro y siniestro con centenares de amenazas inmensas e incomprensibles, en dónde el terror gótico, un estilo claramente inspirado en los trabajos del escritor H.P. Lovecraft (como la mención del grimorio ficticio Des Vermis Mysteris que aparece nada más empezar la película), así como ciertos elementos trágicos y de drama que se dan lugar para darnos a entender que los personajes protagonistas no tienen vidas fáciles (como podemos ver en el personaje de la piroquinética Liz interpretada por Selma Blair), y que ciertos acontecimientos trágicos son perfectamente posibles. Sin embargo, creo que el tono lúgubre y melancólico de los cómics creados por el gran Mike Mignola está presente en esta producción, pero de forma más sutil, más ligera, y no tan opresiva como ocurre en sus cómics. Paradójicamente en mi posición como fan de estos cómics que me considero, debo decir que me parece que esto es un acierto en favor de la película, pues al contar con dichos ingredientes de forma más comedida en comparación con la obra original en que se basa, subiendo notablemente el factor de acción y aventura además de otorgar unos toques de humor muy ocasionales pero excelentemente calculados, creo que esta producción se ha convertido en algo ampliamente disfrutable para mayor cantidad de público más allá del fan promedio de Mike Mignola (el cual, por cierto, accedió a participar en el guion junto a Christopher Golden, Aaron Coliete, Petter Briggs, el mismo Guillermo del Toro, y Andrew Cosby).

  De este modo, nos encontramos con una cinta que ofrece una experiencia de acción, aventura, en un entorno de terror cósmico, pero al mismo tiempo goza de un componente simpático (Hellboy tiene frases realmente ocurrentes que arrancan más de una sonrisa) que, si bien el purista de los cómics puede encontrar un tanto fuera de lugar, creo que para la mayor parte del público se convierte en un factor de agradecer que le añade un cierto encanto pero sin caer en la exageración, respetando la naturaleza del cómic, y sin perder de vista que nos encontramos ante una trama tan siniestra como truculenta, eso sin contar que algunas escenas pueden ser especialmente difíciles de ver para los espectadores más sensibles.

  Por otro lado, tengo que decir que la caracterización de los personajes me parece una verdadera maravilla, y que sumado al buen hacer de los actores en general, me da la sensación que logran transmitir perfectamente cual es el carácter subyacente de cada personaje más allá de su aspecto físico o historia personal, y por intimidante o poco habitual que pueda ser su apariencia. Personajes que, al margen de mostrar un carácter y modo de ser muy concreto en que nadie es tanto como parece ser, son muy carismáticos y es fácil llegar a empatizar con ellos.

  Al mismo tiempo, las escenas de acción y lucha me encantan, están muy bien orquestadas y sincronizadas, aparte de que mantienen el ritmo más que adecuado para que el espectador pueda tanto seguirlas sin problemas como disfrutarlas (personalmente, nada peor que estas películas cuya acción confunde dinamismo con velocidad y no te acabas enterando de nada). En este sentido no puedo dejar de comentar el aspecto de los monstruos, criaturas, y demás efectos especiales que, si bien en algunas escenas de peligro se les ve un poco el plumero (lo siento mucho pero no puedo con esta escena en que Hellboy tiene que correr para escapar de un puente derrumbándose… pues se ve claramente como da unos pasos en el aire), no dejan de cumplir brillantemente su cometido y ofrecernos escenas realmente memorables, como por ejemplo los encuentros de Hellboy con cierto personaje con el que combate en ciertas escenas, siendo secuencias muy entretenidas y dinámicas con una chispa de humor muy equilibrado que contribuyeron a convertir esta película en una experiencia más que recomendable.

  Buena prueba de su éxito es la secuela de esta película, la cual nos llegó en junio del 2008 bajo el nombre de Hellboy 2: El ejército dorado, el cual no está a la altura de la primera entrega, pero tampoco esta nada mal.

  Por otro lado tenemos el reboot que nos llegó en 2019, dirigido por Neil Marshall, y en cuyo elenco encontramos a David Harbour en el papel protagonista, y Milla Jovovich en el personaje de la villana Nimue. Esta producción cuenta con un entorno general mucho más oscuro y retorcido en comparación a lo que nos acostumbró las dos películas anteriores, razón por la que creo yo que tuvo críticas tan negativas. Pero personalmente no me parece tan mala película como he llegado a escuchar. ¿Qué para este humilde servidor que te escribe, Ron Perlman es el único y genuino Hellboy por los siglos de los siglos?, pues claro que sí, ¿Qué la primera película es la mejor de todas?, no lo dudes. Pero no creo que este reboot merezca la paliza que se llevó, la verdad.

  Y hasta aquí llega este post.

  Antes de pasar a la recomendación de la semana, quisiera hacer una pequeña reflexión. Y es que al momento de escribir estas líneas, lo cierto es que todos estamos pasando por un momento francamente difícil debido a la situación del coronavirus covid-19. Pero sin embargo, siguen produciéndose accidentes y otras enfermedades de manera regular todos los días. Por lo que una vez más quiero señalar la gran labor que están realizando desde la Fundación Juegoterapia, cuya finalidad me parece más que admirable al tratar de hacer que los niños afectados de cáncer sufran este difícil proceso de la forma más amena posible. La idea salió en 2010, cuando a su fundadora Mónica Esteban se le ocurrió darle una PlayStation a un niño ingresado por un tratamiento de quimioterapia. En un ambiente tan atemorizante como este, echar unas partidas cambió el modo en que este joven aventurero vivió su experiencia. Desde entonces, Juegoterapia se dedican a recoger consolas y videojuegos para donarlos a los hospitales, además de recaudar donativos de socios, y voluntariado, para crear jardines, áreas de juegos, y hasta cines para los niños con cáncer. Te dejo el link directo con todas sus actividades, proyectos, información, y modos en que se puede colaborar con su gran labor. www.juegaterapia.org/

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  Sin más que añadir, cuídate mucho y pásalo bien.

  Salud, ánimo, y éxito.